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Guadalupe Parada Gasson
“Los valores morales que desde pequeños mis padres inculcaron a mis hermanos y a mi fueron sepultados junto al cuerpo de uno de ellos, que hace dos meses perdió violentamente la vida al defender a una mujer que era golpeada por unos hombres”, dijo Perla al señalar que el hecho ha dejado un fuerte vació en su corazón y en su profesión que tanto ama.
Convivir diariamente con el sufrimiento de cientos de familias que la buscaban para que realizara los servicios fúnebres, inspiro a Perla para llevar sus conocimientos empíricos en tanatopraxia en algo más profesional teniendo que migrar temporalmente a Guadalajara por ser una de las mejores universidades en ofrecer este tipo de licenciaturas; hecho que en aquel tiempo no concibió fuera a darle la experiencia de vivir el más fuerte dolor de su vida al tener que realizar lo mismo con el cuerpo sin vida de Mauricio; al mejor de sus hermanos, por considerar la familia que era el más fuerte, alto y noble.
“No podía ni quería dejar este proceso en manos de otras personas; pues cada uno de los cadáveres que yo prepare siempre lo hice como si se tratase alguien de mi familia; pero ahora era un hecho real, era mi hermano”
Fue largo el tiempo; -como de ocho horas-, en el que llore, grite, di de golpes y patadas a la pared; creo que en la desesperación que sentí hasta mi cabello jale, como si todo ello fuera ayudarme a mitigar el dolor que me consumía por dentro, mientras tenía que darle masaje a su cuerpo que se llenaba de formol, y en el que inconscientemente trataba yo de que el calor de mis manos eliminarán lo frío de su cuerpo.
Tuve que salir varias veces del área para tomar la fuerza y seguir adelante en la preparación del cadáver de Mauricio. Estaba obligada por mi experiencia a darle a mi familia la tranquilidad de que al despedirse de él, se mantuviera la imagen del ser humano y que la escena por demás traumática, no se acrecentará, con esa frialdad, casi irreconocible que la mayoría de los deudos expresan al tenerlos por última vez, pues mis padres, sobrinos y cuñada querrían verlo, tocarlo, y abrazarlo para despedirse de él.
En términos normales un embalsamiento no te lleva más de dos horas; pero simplemente yo no podía, y fui auxiliada por dos colegas y amigos que me acompañaron en todo momento, desde que mi padre me señaló de lo sucedió.
Aquel día, me tomo unos momentos cobrar y asimilar lo que estaba ocurriendo, sin pensar me levanté de la silla donde recibí la noticia en voz de mi padre y me dirige al anfiteatro para realizar los trámites y acompañarlo hasta que la tierra marcara la definitiva separación.
Durante los espacios Perla se daba el tiempo de llorar y tomar la fuerza suficiente para concluir la labor que inició; durante estos lapsos, una y otra vez se preguntaba porque a él?, al mejor, al más noble, al más fuerte. Su vida era feliz al lado de sus hijos y esposa, tenían planes, amaba ser taxista como su padre, tenía más de 10 años en el oficio, y sus máximo orgullo era su familia por lo que cada instante disfrutaba jugando con sus dos hijos, buscaba la dicha de tener una niña a la que nombraría Valeria, y solía planear contar con 10.
Todos estos pensamientos se esfumaban en la mente de Perla al regresar a la triste realidad, al verlo tendido sobre la plancha de la sala de embalsamientos.
Su familia siempre fue educada bajo estrictos valores morales, donde la mujer por la simple razón de serlo debía de tener el mayor respeto, hecho que lo llevo a defender a una desconocida que era golpeada por unos hombres mientras recorría la avenida Juárez en busca de pasaje, pues por años se había desempeñado orgullosamente como taxista.
Con una gran nostalgia, Perla señaló que todos los valores morales aprendidos tuvieron que ser sepultados a la par de su hermano Mauricio.
“No solo se mata a la persona, sino a todos los que estamos ligados a ella, con ellos mueren esperanzas, recuerdos, valores, respeto y dignidad”, nunca fuimos malos, ni estuvimos ni estamos involucrados en actividades ilícitas, pero las personas que te arrebatan violentamente a un ser se llevan todo consigo y ni siquiera conocen a su victima.
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